jueves, 27 de noviembre de 2014

Cuando una puerta se cierra, otra se abre (o cuando un país te da la espalda, otro te recibe)

Cuando una puerta se cierra, otra se abre
(o cuando un país te da la espalda, otro te recibe)

Caragh Lake, condado de Kerry (Irlanda)

Al final me decidí. Di el gran paso. Algo que puede parecer pequeño pero que para mí fue un salto al vacío sin paracaídas. Más de un año parada fue sencillamente demasiado, y ahora estoy embarcada en algo que no tiene rumbo pero que necesitaba con todas mis fuerzas.

Necesitaba salir de España, de la continua e infranqueable espiral "no tengo trabajo porque no tengo experiencia y no tengo experiencia porque no tengo trabajo". Lo que estoy haciendo ahora no constará en mi currículum como uno de mis mejores logros en el ámbito científico, pero es un modo de poner el pie en un país diferente y, ¿quién sabe?, encontrar la oportunidad definitiva lejos de donde me la han negado.

Creo que en este momento sobrevolaba los Pirineos.
Una barrera tanto física como psicológica.

Ahora mismo (y si todo va bien durante unos cuantos meses más) soy aupair. El trabajo de aupair es algo muy común en los países anglosajones: una chica (también hay chicos, aunque son muchos menos) extranjera que es acogida por una familia para hacerse cargo de sus hijos mientras ellos no están en casa. No es una niñera ni una criada, sino que viene a ser más como un miembro más de la familia. Te ofrecen alojamiento y gastos pagados, además de un pequeño sueldo, con el aliciente de disfrutar del intercambio cultural y perfeccionar el idioma del país de destino (en mi caso, por supuesto, el inglés). Solo llevo dos semanas aquí, pero mi inglés es muchísimo más fluido de lo que fuera hace apenas un mes.

Actualmente resido en Caragh Lake, colindante al pueblecito de Killorglin en el condado de Kerry. Me ha acogido una familia con tres hijos, un niño y dos niñas de 5, 9 y 11 años respectivamente. En realidad elegí Irlanda porque sus gentes me parecen más "cálidas" y "alegres" que los ingleses, y por el momento no parece que me haya equivocado; aunque hay diferencias, por supuesto. Disfruto mucho del intercambio cultural, comparando constantemente con los niños y sus padres cómo son de diferentes las cosas entre España e Irlanda. Empezando por la gastronomía y terminando con festividades y juegos, nunca falta tema de conversación.

Orilla de Caragh Lake

Otra cosa que ansiaba explorar de Irlanda, tal vez por el buen recuerdo que tengo de mi viaje a la Isla Esmeralda hace 4 años, es su impresionante belleza natural. No creí poder ver nada más impresionante que la Calzada de los Gigantes, los Acantilados de Moher o la zona de Glendallogh, pero cada palmo de Irlanda es una pequeña joya para los amantes del medio ambiente. Un clima perpetuamente húmedo y lluvioso ofrece una tierra siempre verde, sembrada de lagos y ríos. Justo aquí al lado tengo el Parque Nacional de Killarney, el más grande de Irlanda y también el más antiguo (y que visitaré un día de estos, of course). 

En general la gente tiene bastante más conciencia ambiental que en España, en mi opinión. Reciclan absolutamente todo sin cuestionar las razones, utilizan placas solares y térmicas para el agua, hacen su propio compost con los restos orgánicos... También hay aerogeneradores para depende qué zonas. Muchas casas pueden abastecerse por sí solas en caso de necesidad. Aunque claro, tal vez esto sea algo mucho más común en el espacio rural, que es donde me encuentro, que en lo que viene a ser la ciudad.

Disfruto mucho de esta vida, para qué negarlo. Lejos de la ciudad y la aglutinación de gente y con un paisaje que para mí es sencillamente como pisar el cielo.


Pero no voy a engañarme a mí misma. Estas no son unas vacaciones, ni yo una "aventurera" que se va a ver mundo. Soy una emigrante que se va de España para ganarse la vida porque no puedo hacerlo en mi país. Y por muy bien que me traten, por mucho que me haya integrado en esta familia, no puedo perder de vista ésa tristeza remanente. La sensación de que algo no está bien por mucho que esté disfrutando el momento. El constante "y si": ¿y si me hubiera quedado en España? ¿Y si hubiera esperado un poco más? ¿Y si esto no conduce a nada? No lo sé. Tal vez haya muchísima gente que tenga también este run-rún constante entre ceja y ceja. 

Este no es mi sueño. Yo quiero ejercer mi profesión. No pretendo ser millonaria, ni ganar un suelo de más de 1000 euros al mes. Por supuesto que no. Pero sí una (una sola) oportunidad para la que me he estado preparando toda mi vida y 6 años en la universidad. Tengo muchos compañeros que de un modo u otro han conseguido seguir con sus profesiones, pero yo tenga la sensación de seguir estancada por mucho que haya empeñado el año y medio en el paro haciendo mis pinitos en diversos campos científicos. 

No sé cuándo volveré a España para quedarme. De verdad que no lo sé. Y eso me asusta. Igual que me asusta saber que las consecutivas generaciones de licenciados/graduados vean cómo les cortan las alas antes de poder salir del nido. Y por mucho que eche de menos a mi gente, a mi país, seguir sin "hacer nada" como hasta ahora no era una opción para mi estabilidad emocional. 

De momento, me quedo en Irlanda todo lo que pueda. No es como esperaba que sería mi vida a los 25, pero es mejor que nada.