lunes, 23 de junio de 2014

Illes Columbretes: paraíso natural en peligro

Illes columbretes: paraíso natural en peligro

El cráter de la Illa Grossa, con La Ferrera al fondo

Tuve la suerte de poder visitar estas islas el 21 de junio, como parte de la plataforma Petroli no, Columbretes netes a raíz de las hipotéticas prospecciones petrolíferas cerca de las costas de Castellón. Además de un impacto acústico notable para la fauna marina, se teme por derrames accidentales que supondrían un impacto irreversible en éste Parque Natural, uno de los más bellos, peculiares y ajenos a la mano del hombre de la Comunidad Valenciana. Un día entero en alta mar que superó mis expectativas. 

Golondrina "Clavel Primero"

¡Adiós, Castellón!

Partimos del puerto de Castellón con el catamarán Clavel Primero, parte del grupo de barcos conocidos como "golondrinas" que tradicionalmente realizan el trayecto hasta Columbretes. El viaje de tres horas podría haberse hecho pesado pero, además de debates y conversaciones, las gaviotas que seguían el barco y las aves marinas (pardelas baleares y cenicientas, charranes, alcatraces, etc.) amenizaron el rato. Por no hablar de los más coreados visitantes, un grupo de unos seis delfines que pasaron un rato jugando bajo el casco. Inolvidable.


Gaviota de Adouin siguiendo el barco


Delfines jugueteando bajo el casco

Cerca de las 11 divisamos por fin el conjunto de islas, formaciones rocosas erigidas en el medio mismo de la nada. Se trata de cuatro grupos de islas de origen volcánico producidas por erupciones sucedidas hace entre un millón y 3000 años. Media hora más tarde llegábamos a la Illa Grossa, la más grande de las que forman el archipiélago. Ésta es en sí una caldera volcánica donde la mayor parte está hundida y sólo emergen las paredes del cráter, cubiertas de vegetación herbacia y matorral bajo. Echamos amarre dentro de la bahía misma, en lo que fuera la antigua caldera volcánica. 

Visión de la Illa Grossa (izquierda) y La Ferrera (derecha)

Faro de la Illa Grossa

Otros barcos anclados en la bahía

Gaviotas patiamarillas anidando en los acantilados

Por desgracia no todo fue como lo planeado. La Guardia Civil nos estaba esperando, en un despliegue desproporcionado (varios oficiales fueron traídos con helicópteros, cuando éstos deberían usarse solo en casos excepcionales) siendo que precisamente éramos un grupo ecologista y nuestro último pensamiento era dañar en modo alguno el ecosistema. La intención de la protesta era formar una cadena humana a lo largo de la pista asfaltada que cruza parte de la Illa Grossa, exhibiendo pancartas con el lema de la plataforma. Según la regulación legal del parque solo pueden desembarcar 20 personas a la vez y 120 de cupo a lo largo del día. Se pidió una autorización (totalmente legal) para permitir el desembarco del centenar, pero se denegó desde la Conselleria de Medio Ambiente. Con la notable intención de "boicotear" la actividad, se siguió a rajatabla la prohibición de más de 20 personas a la vez, cuando en días corrientes se permiten hasta 40 turistas al mismo tiempo en la isla. A pesar de las trabas, pero, no pudieron impedir que reivindicáramos lo que queríamos y, sobretodo, disfrutáramos de este paraje de ensueño. 

Miembros de la plataforma en tierra

Mientras los grupos iban bajando poco a poco a tierra, el resto aprovechamos para darnos un relajante chapuzón en la bahía. En el cráter la profundidad máxima es de 50 metros, más o menos, pero en el punto de anclaje solo había unos 12 o 15. Dado que no hay arena ni turbidez, pudimos disfrutar de un rato de buceo entre peces (como el sargo común) y observando el fondo, con corales y grietas que en tiempo estuvieron activas. El pensamiento de "Estoy flotando en medio de una caldera volcánica, con agua tan transparente que puedo ver las decenas y decenas de metros que hay debajo de mí. Qué feliz soy". Momento "zen" total. Lástima no tener cámara acuática, la verdad.

Aguas donde nos bañamos en la bahía

Gaviota patiamarilla adulta y su cara de mala hostia

Cuando por fin nos tocó el turno a los que íbamos por Ecologistes en Acció de Vinaròs (éramos tres: Quique Luque y Fina Galindo además de mí) nos hicimos el caminito asfaltado que recorre parte de la Illa Grossa. Les Columbretes, además de Parque Natural, son Reserva Marina (una de las más grandes de España), LIC (Lugar de Interés Comunitario) y ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves): aunque no haya mucha vegetación, es un punto importantísimo de paso de aves. La más abundante es la gaviota patiamarilla (Larus michahellis), que en estos momentos tiene colonias de cría en los acantilados (alrededor de 1200 ejemplares). No era nada raro ver juveniles del año junto a adultos, presuntamente la cría y alguno de los progenitores. También crían las gaviotas de Adouin (Ichthyaetus adouinii) y el halcón de Eleonor (Falco eleonorae), aunque en mucha menos cantidad. 

La menda con el cráter de fondo

El cráter sin la menda en primer plano

Gaviotas patiamarillas (Larus michahellis),
individuo inmaduro (izquierda) y adulto (derecha)

¿Mami e hijito?

Las vistas eran absolutamente impresionantes, y las gaviotas pasaban cerquísimo. Especialmente espectaculares los picos de aspecto volcánico de El Mascarat y La Senyoreta, producidos por erupciones de gases relativamente recientes. Los guardas nos contaron mucho sobre la vida allí, sobre la familia de fareros que tradicionalmente habitaba la isla y cómo es pasar tanto tiempo lejos de la civilización. 

Islotes volcánicos de La Senyoreta (izquierda) y El Mascarat (centro)

El Mascarat

Faro de la Illa Grossa


Cerca de las seis de la tarde partimos de nuevo hacia Castellón. A la vuelta nos acercamos a La Foradada, un islote que en tiempos fue blanco de prácticas de tiro de diferentes ejércitos. Aun pueden verse algunas bombas, que se lanzaron sin carga, incrustadas en las paredes. 

Isla de La Foradada

La vuelta fue apacible, ya que yo al menos estaba reventada pero muy satisfecha. Me siento muy afortunada de haber podido visitar Les Columbretes, y haré todo lo que esté en mi mano por conseguir que sigan estando ahí.

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EDITO

Vídeo hecho por muá sobre éste viajecito:



LINKS

Facebook de la plataforma Petroli No, Columbretes Netes

Noticias sobre el acto reivindicativo


viernes, 20 de junio de 2014

Ireland Remember: mi inolvidable viaje a la Isla Esmeralda

Ireland Remember: mi inolvidable viaje a la Isla Esmeralda

Típica estampa de un paisaje irlandés

Tuve la suerte de poder pasar tres semanas a gastos pagados en Dublín en verano de 2010, gracias a una beca. El objetivo era aprender inglés (cosa que hice, y bastante), pero por supuesto pinché a mis amigos para arrastrarlos (ellos también querían, jaja) a los paisajes paradisíacos de los que tanto me habían hablado cuando teníamos algún día libre. Puedo jactarme de que lo conseguí... y de lo contrario me hubiera arrepentido pero mucho. 

Y es que, con perdón de España, Irlanda es el país más bello que he tenido el placer de visitar. Quizás es lo que me ha dicho mucha gente: los del norte vienen a la costa levantina y se maravillan con el cambio de colores de las estaciones. Yo fui a Irlanda y me enamoré de sus verdes perpetuos, imposibles. 

Lluvia: día sí, día también

Nada más descender en el aeropuerto ya tuvimos que atravesar una masa de nubes de lluvia, y se quedó para toda la noche (la del final del Mundial de 2010, por cierto). Cada día llovía al menos un ratito, nunca lluvias torrenciales pero sí persistentes. Y eso permite que Irlanda tenga una vegetación siempre verde y unos bosques frondosos a poco que te alejaras de los núcleos urbanos. Y eso que era pleno verano, que conste. 


No sé si es que estuve demasiado poco tiempo y tal y como me decían hubiera acabado cansándome del asunto, pero a mí me encantaba que lloviera todos los días. El clima era maravilloso, ni frío ni calor y siempre un poquito de lluvia para refrescar alternado con un sol que podía durar horas. 

Irlanda es un país eminentemente ganadero más que agrícola, y es que con esos pastos infinitos no se puede pedir menos. Aunque por alguna razón el animal "nacional" parece ser un oveja, el ganado que se aprecia en sus paisajes es casi exclusivamente vacuno. Y también caballos (MUCHOS caballos). Si ése modelo de pastoreo fuera viable en España, me sentiría mucho más feliz de saber que el ganado tiene una vida digna. 

Las típicas vacas con manchas, que aquí en levante como que no jaja




Dublín: Ciudad de jardines

Monumento grande de narices estrella de Phoenix Park

Es lo primero que a mí me llamó la atención (a la mayoría fue la fiesta y la cerveza, of course). Da igual por qué calle de la ciudad fueras, en todas había o desembocaban en un parque o una zona verde. Y qué parques... no tendrían todo de columpios, pero sí césped impecablemente cuidado, flores de cien especies, arboledas impresionantes y estanques y lagos con puentes de ensueño. Sin ir más lejos, Dublín cuenta con el parque urbano más grande de Europa (Phoenix Park), y si no recuerdo mal es la segunda ciudad europea con más metros cuadrados de zona verde por habitante. Una delicia para los que estén hartos de tanto edificio como yo, vaya.

Nutrias en el zoológico de Phoenix Park

El susodicho Phoenix Park está algo lejos del centro, pero es lo bastante grande como para albergar un zoológico entero, y bien grande, en su interior (y uno muy bonito, por cierto. Muy bien acondicionado para los animales, algo que no todos estos sitios pueden decir). Pero es que el zoo es diminuto en comparación a los 16 kilómetros de perímetro y las 700 y pico hectáreas de parque. Si hasta hay manadas "salvajes" de ciervos dentro. Hace falta un mes entero para pateárselo todo, imagino. Ojalá todas las ciudades, ya fueran o no capitales, aprendieran de Dublín en este aspecto para los que por trabajo o vida familiar no puedan huir de las urbes y al menos refugiarse en estos pedazos del Edén. 


Estanque en St. Stephen' Green, uno de los parques más céntricos

Pareja de cisnes en St. Stephen's Green (enormes, por cierto)

Ánades reales y palomas, juntitos


Howt: pueblecito de ensueño


Se trata de un pueblecito pesquero y a la vez turístico que está a media hora de Dublín, tomando el famoso tren DART (uno verde muy colorido). Es un lugar donde al parecer viven muchas celebridades irlandesas y se ha vuelto un enclave con mucho encanto. Empezando por un grupo de focas que vive de forma permanente en el puerto y terminando por una línea de costa que invita a tomar un paseo inolvidable.


Ola ke ase?




Calzada de los Gigantes: titanes geológicos

La primera excursión así seria que hicimos fue a ver una de las maravillas naturales más célebres de Irlanda, la Calzada de los Gigantes (The Giant Causeway's). El lugar fue declarado Patrimonio de la Humanidad y Reserva Natural Nacional en los 80s. Está ubicado en Irlanda del Norte, es decir, parte de Reino Unido y no del país de Irlanda; al estar bastante lejos de Dublín hay que chuparse unas cuantas horas de autobús, pero es que el camino hasta allí vale y mucho la pena por las impresionantes vistas de islotes volcánicos, acantilados donde la hierba llega hasta la orilla y calas de aguas cristalinas. 




Una vez llegado al sitio en sí, una entiende que se le de tanto bombo y publicidad. El complejo en sí consta de unas 60.000 columnas basálticas formadas por un enfriamiento rápido de la lava en una erupción sucedida hace unos 60 millones de años. Al enfriarse y perder volumen, la roca adopta un curioso patrón hexagonal entre columna y columna que bien parece hecho por la mano del hombre. Por supuesto debió sedimentar encima, pero el desgaste del mar y el viento han expuesto de nuevo el basalto, mucho más difícil de erosionar. 


El susodicho patrón hexagonal en el basalto


Playas enteras de columnas hexagonales


Glendalough: la tierra de los lagos

Paisaje neblinoso en Glendalough

A parte de conservar gran parte del encanto celta típico de Irlanda, con monasterios y edificios de épocas ya pasadas, la zona de Glendalough (en el condado de Wicklow) es probablemente lo más hermoso que vi en ése viaje. 


Se trata de un complejo de lagos con dos principales masas de agua (Lago Inferior y Lago Superior),enclavadas en valles de una belleza prácticamente idílica. Bosques húmedos increíblemente verdes cruzados por arroyos y cascadas ocultas entre la foresta. Sencillamente precioso. 

El aberroncho de los bosques posando para la foto, jaja





No es lo más "impresionante" que uno pueda ver en Irlanda, pero a mí es la excursión que más me gustó. Porque para mí era el paisaje perfecto que tan difícilmente puedo encontrar en mi tierra natal. Una acumulación de pequeños detalles pintorescos que hacían que no quisiera marcharme de allí. 


Acantilados de Moher: una de las maravillas naturales de nuestro mundo


Este paraje se quedó a las puertas de formar parte de las 7 Maravillas Naturales del Mundo, pero sí quedó entre los finalistas de forma oficial. No puede describirse la enormidad de esos acantilados sin estar presente, la sensación que provoca sentarse en el borde y pensar que solo agua y más agua te separa de América. Los acantilados se elevan una media de 120 m (¡120!) sobre el nivel del mar, aunque en sus 8 kilómetros de recorrido se llegan a los 200 y pico. Impresionante. Y todo ello cubierto hasta el mismo precipicio de esa hierba tan verde que lo cubre todo.


Y hasta aquí la parte natural de Irlanda que vi. La isla en sí es una oda a la fusión entre el hombre y la naturaleza. Por supuesto que Dublín tiene mil maravillas por visitar dentro de la ciudad (la fábrica Guinness, el Trinity College, el Barrio Vikingo, etc.), pero sin duda con lo que yo me quedé son con los paisajes. ¿Qué se le va a hacer?